Ciertos campos de concentración y determinadas áreas dentro
de los mismos estaban preparados principalmente para las mujeres en la Alemania nazi. Tirando de archivo, los nazis inauguraron en mayo de 1939 el campo de
Ravensbrueck. Este campo de concentración era el más grande destinado para
mujeres. Así, más de 100.000 mujeres habitaron este campo situado al noreste de la ciudad de Fürstenberg, 90 km
al norte de Berlín,
aunque en 1941 se anexionó un campo para hombres e incluso, en 1942 se añadió
un campo preventivo para mujeres y niñas menores.
Otro campo creado para
mujeres se estableció en Auschwitz, situado a unos 43 km al oeste de Cracovia,
al cual fueron deportadas numerosas prisioneras de Ravensbrueck. Como último ejemplo se encuentra el campo
situado en Bergen-Belsen, a 11
millas al norte de Celle, en el estado de Baja Sajonia, donde fueron transferidas muchas
mujeres provenientes de Ravensbrueck
y Auschwitz.
El papel de las mujeres en
los campos nazis se resume en la intención de seguir educando a los niños a
partir de estrategias, la preocupación por los hijos y la solidaridad entre las
mismas mujeres judías.
Así, las mujeres también se
incluían en los asesinatos masivos por parte de los nazis, siendo las
embarazadas las primeras en ser elegidas para las cámaras de gas. Además, las
mujeres eran muy útiles para los experimentos biológicos de los nazis, así como
violaciones y acosos. Las mujeres también estaban obligadas a prestarse a
experimentos pseudomédicos, es decir, esterilización con rayos X, experimentación
con gemelos, investigación racial en gitanos y enanos, con doctores como
el Dr. Schumann, el Dr. Clauberg o el Dr. Mengele.
El régimen decidió ``recompensar´´
a los prisioneros de los campos con sexo, haciendo burdeles y obligando a las
prisioneras a trabajar. Estas prostitutas recibían más alimentos y un trato distinto.
Estos encuentros eran supervisados en todo momento y no duraban más de 15
minutos. Más info aquí.
Las mujeres de derrumbaban
física y psíquicamente antes que los hambres, por lo que se convertían antes en
``musulmán´´, es decir, como los llamaban la S.S., prisioneros demacrados que
no podían realizar trabajos duros. Así, la esperanza de vida de
las mujeres era en un 50% inferior al de los hombres, sólo la de las mujeres
que formaban parte de los buenos comandos de trabajo era superior.
Por último, las mujeres-guardias de la S.S. igualaban en crueldad y dureza a sus compañeros, incluso competían por ser peores tratando a los presos. Especialmente, queda para la historia la temida María Mandel.
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