Para empezar hay que trasladarse al siglo XIV, en época de la corona de Castilla, momento en el cual surgió la Casa de Alba. Su nombre proviene del ducado de Alba de Tormes, título de nobleza con Grandeza de España otorgado a los Álvarez de Toledo, perteneciente al linaje de la Casa de Toledo, denominación más conocida de la casa de Álvarez de Toledo.
A lo largo de su historia, la casa entroncó con la dinastía portuguesa y con importantes casas nobiliarias españolas, teniendo como ancestro al Conde-Duque de Olivares y a los duques de Veragua, y con estos últimos, a Cristóbal Colón. Los títulos nobiliarios de la Casa de Alba propiamente dicha son el ducado de Alba de Tormes y el ducado de Huéscar. Sin embargo el jefe de la casa ostenta otros muchos títulos por incorporación de otras casas nobiliarias, debido a casamientos y herencias.
La Casa de Alba posee una de las fortunas más grandes de España, conformada por palacios, terrenos agrícolas, propiedades inmobiliarias, sociedades, participaciones bursátiles y una extraordinaria colección de arte. Su valor estimado, ya que muchas de sus posesiones tienen valor incalculable, supera con creces los 600 millones de euros. Se calcula que posee unas 34.000 hectáreas, muchas de ellas vestigio de los antiguos señoríos jurisdiccionales, que la familia conservó bajo su propiedad tras la supresión de los mismos.
La Casa ha sufrido la expropiación de algunas propiedades a lo largo de su historia. En septiembre de 1991 la Junta de Extremadura legalizó la ocupación de las fincas Cabra Alta y Cabra Baja en Badajoz, por lo que se procedía a su expropiación por interés social. La XVIII Duquesa de Alba de Tormes recibió 400 millones de la antiguas pesetas por concepto de indemnización.
En Madrid el Palacio de Liria, edificio del siglo XVIII con 3.500 metros cuadrados en el centro de la capital española y vecino al Cuartel del Conde-Duque, alberga la mayor parte de los fondos artísticos y documentales de la familia. En Sevilla, el Palacio de las Dueñas, donde nacieron el poeta Antonio Machado, hijo del administrador, y Carlos Falcó y Fernández de Córdoba, V Marqués de Griñón y XII Marqués de Castel-Moncayo, Grande de España. En Olivares se conserva el Palacio del Conde-Duque de Olivares, que hoy en día es la sede del ayuntamiento del municipio, vendido por la duquesa Cayetana de Alba, quien lo ha tenido en su poder hasta los años setenta cuando fue vendido, junto con las tierras que poseían, a particulares.

Algunos de los nuevos títulos han recaído en nobles, otros, no. Llama la atención que pocos los usen en su vida pública y, en algunos casos, incluso se desconozca su otorgamiento, aunque se publique en el BOE. Es como si a los nuevos nobles les diera reparo usar sus títulos, aunque es la tónica en unos tiempos en los que los detentadores de los antiguos tampoco hacen uso de ellos. La utilización un título de nobleza en una sociedad proletaria y vulgar parece casi una provocación. ¿O realmente no lo es? Según el aristócrata José Miguel Carrillo de Albornoz (Cáceres, 1959), "La aristocracia española se desvanece y muy pocos usamos ya los títulos".
Si en esta entrada cabe mi opinión, igual que conservamos la primera edición del Quijote o las notas de Cristobal Colón (por cierto, propiedad de la Casa de Alba), deberíamos tratar también de mantener la historia de España. Dentro de esa historia esta la aristocracia, así como la monarquía, y no podemos renunciar a nuestros principios que nos han llevado a lo que somos hoy día, en lo bueno y en lo malo.
Pero claro, siempre en la justa medida...
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