sábado, 27 de diciembre de 2014

Problema cultural: ¿IVA o baja calidad?

La subida del IVA para la cultura supone un duro golpe para un sector que, como muchos otros, sufre doblemente la crisis como consecuencia del descenso del consumo y de los recortes del gasto público, que inciden directamente sobre las subvenciones, que han caído en picado. La indignación ha hecho presa del conjunto del sector y las protestas surgen desde todos los ámbitos de la cultura, como las artes escénicas, las artes plásticas, la música, la literatura y el sector audiovisual.


La reivindicación del mundo cultural es que el Gobierno reconsidere su decisión y estudie un tratamiento diferenciado para los bienes y servicios culturales. El temor es que el encarecimiento de los mismos, como consecuencia de la subida del IVA, pueda traducirse en un acusado descenso de las ventas y también de los espectadores, con el consiguiente agravamiento de la crisis que sufre el sector.
Pero difícilmente el Gobierno puede atender la reclamación del mundo cultural, por más razón que pueda tener, en unos momentos de grave crisis como los actuales, en los que todos los ciudadanos se ven afectados por los sacrificios y en los que todos los sectores de la economía y de la sociedad, incluso servicios tan básicos como la sanidad, la educación y la seguridad, asumen el aumento general de las cargas impositivas y el impacto de los recortes presupuestarios. La cultura no puede pretender en ese escenario tan complicado ser un caso aparte. Ello supondría una discriminación que, además de injusta, nadie entendería. 


El sector de la cultura, dentro de los múltiples matices que presenta, está obligado a hacer un esfuerzo para adaptarse a la nueva situación, y quizás no le quede otro remedio que resignarse a absorber la subida del IVA como un nuevo coste para no aumentar los precios a los consumidores, como seguramente harán otros sectores de la economía. Pero al margen del problema de los incrementos impositivos, el mundo cultural se enfrenta a una nueva realidad: la necesidad de sobrevivir en un nuevo escenario definido por el descenso estructural de las subvenciones, tanto las públicas como las procedentes de instituciones y empresas privadas, afectadas por la recesión económica.

La cultura constituye un derecho y una necesidad vital para la sociedad que todo Estado debe amparar. Hay voces que, en este marco, reclaman el establecimiento de un plan de apoyo y protección a la cultura. Pero, en cualquier caso, se hace necesario abrir un debate sobre los nuevos modelos de negocio que puedan hacer sostenible la creación y el consumo cultural.

Así, uno de los debates más necesarios y urgentes de nuestra sociedad se basa en la necesidad de una mayor valoración de la cultura en España, primer peldaño para muchas mejoras. El momento en que nuestra sociedad se enfrenta a grandes desafíos tanto políticos como económicos ha coincidido con uno de los más bajos niveles culturales de nuestra historia y un estado penoso de las industrias culturales. Los problemas evidentes en la educación y el bajísimo nivel de los debates públicos hacen más necesaria que nunca una reivindicación de la cultura.

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